27.2.07


EL BORLOTE EN EL PARQUE

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Y el sueño costó 300 dólares.
Luego entonces, no cualquiera puede soñar. Por lo menos no con la Tijuana linda, de pura gente bonita, sin violencia, sin narcos y sin pobreza. Como los cientos que no pudieron entrar a cantarle las mañanitas a Tijuana en su 116 aniversario y que tuvieron que conformarse con ver el desfile de gente bien en el Parque Teniente Guerrero, que de refugio de viejos residentes, de recién llegados, de familias sin muchos recursos o desempleados, se vio convertido en un exclusivo lugar de oropel, sedas y pieles.

Era el atardecer y los niños y padres que disfrutaban su esparcimiento dominical, vieron interrumpida su alegría cuando, cual si fueran delincuentes, fueron "invitados" a abandonar el parque porque "hoy habrá un evento privado". Tras el listón amarillo que acordonó toda el área, chiquillos y chiquillas, ancianos, parejitas, vendedores, indigentes y hasta perros, fueron convidados a hacerse a un ladito. Y los pasillos de cemento, de la basura y los escupitajos de todos los días, de un de repente se transformaron en alfombras rojas iluminadas con foquitos como de Navidad y con hermosas edecanes franqueando el camino.
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"¡NO MANCHES!"
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Cuando empezó el desfile de carros lujosos por el valet parking en que se convirtió la Calle Cuarta, los desarraigados del parque hasta entonces comprendieron la magnitud del festejo: "Puro ricachón...", "Ese Mercedes vale 300 mil dólares, ¡no manches!". Y entonces nació la indignación. Los pobres no tenían derecho, no esa noche, al jolgorio en homenaje a Tijuana. "¿Por qué están cobrando? Eso no dijeron. Vinimos a cantar las mañanitas y aquí estamos como mensos", expresaba incrédula una señora ante la mirada indiferente de los policías. "Al hacer eso le están dando prioridad a la gente rica, como si ellos se preocuparan mucho por el parque", decía un tipo de forma algo mesurada.Una viejita acompañada de cuatro niñas todavía procuraba, ingenuamente, convencer a un típico anodino agente de seguridad que la dejara entrar. Una pareja le preguntó a un miembro del ICAP: "Sí es particular el evento, ¿no?", y como toda respuesta recibieron un parco: "Disculpe... no sabría decirle".

Como buenos mexicanos, el coraje igual se traducía en burlas y guasa. Cuando una camioneta van pasó frente a la gente, desentonando con las Land Cruiser, los Cadillac, las Hummer y Mini Cooper, un gracioso dijo: "Ese carro está muy feo, no lo dejen entrar". Al paso de una dama elegante que llegó a pie, alguien comentó: "Esa vieja llegó tarde, pero es de la alta sociedad". Las risas no se hicieron esperar cuando el carrito de hot dogs fue retirado todavía más allá de la calle, no fuera que el olor del tocino asqueara a los comensales de gala. "No nos dejaron entrar, pero cómo nos estamos divirtiendo", comentaba una morra de la Libertad. "Qué nos queda, más que reírnos", le respondió la madre. Y la gente, a todas luces creyendo que el festejo sería como todos los años, es decir, populachero, seguía llegando. Esperaban el tamborazo, a los grupos cumbieros y a Javier Bátiz. Pero se topaban con los acordes de música clásica con los que se recibía a los que sí estaban invitados. Una doña tramaba: "Vámonos a la gasolinera, de allá podemos ver algo". "De todos modos vamos a alcanzar a oír... se va oír... se va oír", se consolaba otra.

La llegada de una panel blanca de lujo, alborotó a la gente. Era el Alcalde Jorge Hank Rhon al volante. Por un momento, los corajes se olvidaron y la reacción fue como la de los niños que esperaban al papá con ilusión. Aplausos y hurras se dejaron escuchar. Hasta que un "aguafiestas" los volvió a bajar al piso: "¡Pa´ qué aplauden, si no nos dejó entrar!...". Adentro, la elegante concurrencia empezaba a inspeccionar el menú por el que pagaron más de tres mil pesos. Afuera, una madre de familia le gritaba hasta de lo que se iba a morir al vendedor que provechosamente estaba dando a 12 pesos los hot dogs anunciados a 10. Adentro, un Jorge Hank feliz daba declaraciones a la prensa: "Los festejos de la ciudad tienen saldo blanco, y eso es lo que buscamos. Sí, a lo mejor a veces causamos incomodidad, pero básicamente nos interesa la seguridad". Y vaya que la seguridad estaba garantizada. Decenas de policías rodeaban las calles del parque. No serían los raterillos los que empañaran la algarabía de esa noche de ensueño. La televisión le refería al Presidente Municipal la muerte de cinco niños quemados precisamente esa misma madrugada. Por un lado el festejo, por el otro la alegría, le infirió la reportera. "Sí, es una tristeza, ¿no?, pero qué puedes hacer, qué puedes hacer para que no haya incendios en una casa...". Mientras que la señora de Hank, bellamente vestida con diseño Oscar de la Renta, declaraba: "Hoy es un día importante para Tijuana. Aquí afuera al pasar la gente grita, tienen mucha sensibilidad, están felices porque de alguna manera van a festejar". Los Fimbres, L.A. Cetto, el Obispo Romo, los Astiazarán, funcionarios de todos los niveles, directores de periódicos y hasta dos reporteras, seguían desfilando por la alfombra roja, con sonrisas para las cámaras y besos y abrazos para todo el que se pudiera: "Hoy todos somos gente bien". Es más, ni necesitamos parecernos a San Diego.
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MOUSE DE SALMON
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La Famila Hank, como todos los presentes, empezaba a saborear el menú: Mousse de salmón, canelón relleno de espinacas con queso feta, ensalada de lechuga enana con aderezo de cilantro, filete gratinado en salsa de tomatillo. La gente de la calle, también podía darse su banquetazo con hot dogs y hamburguesas, y si el bolsillo lo permitía, ahí enfrente estaba la cenaduría con huaraches, tostadas, tacos y sopes. Ramón Nava y Nava, un señor de edad avanzada que dice ha traído importantes libros a vender a Tijuana, y ahora también de los relegados, declaraba a ZETA: "Este menú que van a dar hoy, tal vez sea comida exótica y es un insulto a la pobreza. Hoy tragarán como marranos y beberán como cosacos, pero estos ricos vulgares se van a morir de una indigestión, y no se van a llevar nada". Adentro, los meseros no se daban abasto atendiendo las mesas, bien acomodadas todas que, al cabo, los árboles que estorbaban, ya habían sido arrancados. Los principales invitados, cerca del escenario; y la mesas de funcionarios menores, reporteros y edecanes hasta el fondo, con vista panorámica a los consultorios de la Calle Cuarta. Abusados algunos, como los del Centro Médico de Pies, que en sus terrazas colocaron sillas y hasta velas para disfrutar el show desde los palcos.
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¡ACUERDATE DEL GATITO !!!!!!!
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El sarcasmo, el humor, el enojo y hasta la mera chorcha, permeaban los ánimos de la gente que se había quedado fuera: "¡Cuánto cuesta traer a cada músico de Roma, cuánto van a comer...!", "De perdida a los niños sí déjenlos entrar, que ellos no comen como los grandes...!", "¡Mira... mira!, llegó la chica dorada!", "¡A ver, Paulina Rubio!, ¿dónde está?...", "Esta es una ofensa, es como sacarte de tu casa. Tengo 15 años viniendo al parque. Por eso, ¡arriba el `Peje´!...", "¡Hasta carrozas llegan, ¿quién se está muriendo? Hasta SEMEFO va a llegar...", "Le voy a gritar a Hank: 'Acuérdate del gatito que mataste...!'", "¿Por qué nos privatizan los parques? Nos tienen aquí como si tuviéramos garrapatas...".Un poco de ilusión y los ruegos por entrar a la fiesta se intensificaron al arrivo del delegado de la Zona Centro, Alberto L. Rodríguez, que malhaya su suerte, porque al bajarse del auto tuvo que soportar al pueblo. Él y una dama que lo acompañaba, duraron media hora convenciendo a la gente de que fueran a festejar a otra parte. Los mandaban al Parque Independencia, al 18 de Marzo, al Fundadores: "Váyanse para allá, a la Torre, está más suave", les decía el funcionario. "¡En la torre nos están dando!", rezongaba acertadamente un tipo.
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EL GRITO DE UN PERIODISTA
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Entonces, un enfurecido ex reportero de espectáculos y viejo residente de la ciudad, gritaba colérico: "¡Esto nos pasa por votar por un asesino!". Pediches como somos los mexicanos, hasta condiciones ponían con tal de retirarse: "Pues que saquen un camión y nos lleve pa´llá". Y en eso que llega el conjunto musical Los Tenientes, en una camioneta parecida a una calafia: "¡Miren, a ellos sí los pasean, ¿por qué a nosotros no?!".Los humillados y ofendidos renegaban con el delegado y pedían el por qué los ricos festejaban en su parque, si para ellos estaba el Campestre, mientras una adolescente fresita fingía demencia: "¿Están hablando de nosotros?...". Y los funcionarios priístas continuaban con la labor de convencimiento: "Váyanse al Fundadores, allá van a oír música de banda... banda pero en forma", "Váyanse para allá, allá está bonito, al rato yo voy para allá", prometía Rodríguez hipócritamente y ansioso por entrar a celebrar con su gente. La dama que lo acompañaba se puso sentimental: "Están cobrando porque todo el dinero irá para el DIF. Ojalá mis hijos nunca tengan necesidad del DIF, nadie estamos exentos de necesitarlo".

Ya se escuchaba la voz de la maestra de ceremonias y, ansioso, el delegado escuchaba a una doña que aprovechaba la situación para exponerle un problema ciudadano; escuchaba a fuerza con un pie casi adentro de la fiesta, las adolescentes que lo acompañaban sonreían burlonas, el vendedor de hot dogs hacía su agosto, la Orquesta de Baja California empezaba a tocar. Y por fin, cuando el delegado del Centro convenció a los quejosos de que se fueran a otra parte, el muy atrevido intentó hacer lo mismo con el reportero de ZETA: "Vaya al Fundadores, allá está muy bonito"."Esta es la cuota de libertad que hay que pagar", habría dicho a este semanario un músico de la OBC después de un concierto difícil donde los cultos y elegantes invitados, poca atención ponían a sus acordes musicales porque, lo más importante esa noche, era convivir y platicar en la Tijuana de pura gente bonita. Afuera, comiendo elotes cuyos granos se les atragantaban por el enojo, la familia Martínez veía otra Tijuana, la de la vida real: "Esto es una farsa... El parque no es de ellos, veníamos a festejar y estamos aquí comiendo hot dogs... se nos hace humillante". "Toda mi vida estudiando la historia de Baja California y para qué. ¿Para qué tantos anuncios en el Canal 12 de que viniéramos a festejar?". Incluso el pequeño de la familia Martíinez, quien ha ganado concursos de conocimientos de historia en un programa de Televisa, "... ahora se topa con eso, que no puede festejar a su ciudad".
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"¿CUANTO FALTA PARA LAS DOCE?"
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Sobria y a media luz, la fiesta al interior seguía y la esperada medianoche se acercaba. Hubo que interrumpir el programa de los 100 músicos de la Banda Musical de la Policía del Estado de Roma: "¿Cuánto falta para las doce?", preguntaba el Alcalde Hank Rhon al subir al estrado para hacer un recuento de las mejoras al Parque Teniente Guerrero y perfilar su futuro: "Al menos a nosotros nos va a tocar el 117 y el 118 aniversario, y también los vamos a hacer aquí. "A ver, fíjate en el Nextel si ya son las doce, es que ese está por satélite...". "Faltan tres minutos", le respondieron por ahí. "Pues que pongan una canción"... y que se arrancan Los Tenientes de Tijuana. Enseguida vino el tronadero y espectáculo: Fuegos pirotécnicos. Entonces sí, la pareja Hank pasó al momento cumbre de la noche, al entonar "Las Mañanitas" acompañada de un coro desganado de los cientos de invitados. Acto seguido, vino el Himno Nacional Mexicano. Lo ejecutó la Banda Musical del Estado Italiano que, momentos antes, entró sobre la cada vez más usada alfombra roja. Respetuosamente, todos escucharon de pie, incluyendo al Alcalde y pareja, pero volvieron a tomar asiento cuando empezó a entonarse el Himno Nacional Italiano. Alguien les dijo al oído que también es prudente escuchar de pie los himnos de otros países. Enseguida, el corte del pastel. Invitado especial para cortarlo, el señor Obispo de Tijuana, Rafael Romo Muñoz. La banda continuó con su repertorio por una hora más. Se incluyó el recital de la soprano Cheryl Porter que, merecidamente, fue la sensación. Para cerrar la velada, la Orquesta de Baja California. Su director, Ángel Romero, en varias ocasiones lamentó la mala calidad del audio. Mientras la noche de gala llegaba a su fin y las calles de alrededor ya lucían desiertas, los inconformes que no pudieron entrar, ya dormitaban en sus camas, esperando otro amanecer en la otra Tijuana, la de a deveras, esa que no es posible comprar. No si no se tienen 300 dólares en la bolsa.

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