me emputó venir a tecate. pero ahora me siento bien en el parquecito, viendo al pueblo, las morras, y bebiendo cerveza bohemia en tarro, hace un calorón, toca un conjunto norteño y esta soledad eterna -tengo tantas ganas de platicar contigo, al menos-, un viejo pacheco o criko se sienta a la mesa, en mi mesa, lo quería correr, pero me vale, se queda, no estoy estorbando, me pregunta; no hay pedo, le respondo; es un pacheco igual que yo, un solitario sobre todo. más adelante un payaso callejero baila al ritmo de la música norteña, es domingo chingue a su madre el payaso ya ni se acuerda que anda trabajando, ni yo. qué gordos, veo a una familia porcina, los típicos pochos, padre, madre, dos hijos, todos unos puerquitos
18.1.08
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