9.3.07


Súper Peje
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Si Roberto Madrazo desacreditó a los candidatos populistas, y por su parte Felipe Calderón advirtió que no iba a tener entre sus colaboradores a "mameys"; Andrés Manuel López Obrador arremetió contra los tecnócratas que han dirigido el país en las últimas décadas.

Esto durante su toma de protesta el pasado sábado en el Zócalo de la Ciudad de México, convertido desde temprana hora en una gran verbena multicolor.

Desde niños gritando ingenuamente el !sí se puede... sí se puede! Hasta el burro solitario, mascota del Politécnico, en medio de la Plaza, esperaban desde el mediodía el arribo de "El Peje", anunciado para las 4 de la tarde.

Pancartas de apoyo de parte de diferentes sectores, mesas de registros para anexar a simpatizantes y, el color amarillo aquí y allá, conformaban la principal escenografía del Centro Histórico. Algunos jóvenes universitarios agitaban sus botecitos pidiendo "un peso" para apoyar la campaña del perredista, mientras también abundaban los vendedores ofreciendo playeras, gorras, banderines, calcomanías y demás parafernalia alusiva al Partido de la Revolución Democrática y por supuesto, con la imagen de su mesías como principal atractivo. "Somos como 20 vendedores. Los demás no sé de dónde vienen"; explicó una vendedora de este grupo asignado para recabar fondos de campaña. Obviamente, habría muchos que estaban sacando partido de la vendimia sin reportar al partido.

Un tanto ajenos al motivo del evento, pero aprovechando la afluencia de visitantes, el escenario también lo conformaban vendedores de garnachas, golosinas, chucherías y todo lo imaginable. Sonaba los instrumentos prehispánicos, bailaban los danzantes aztecas, se hacían tatuajes y trencitas a las chavitas, se leía el tarot a los desamparados: "Oiga, ¿pueden decir las cartas qué candidato va ganar?", "Joven, aquí sólo aparecen cosas serias"; respondió adusto el supuesto adivinador.

Un personaje de esos de todos los días en el Zócalo (sabrá Dios si vendedor abundante, taxista o atracador), apenas al ver el gafete de prensa corrió hasta el reportero para inferirle: "Escríbale ahí que todavía no es Presidente (López Obrador) y ya cerró todo (las calles9 !Pinche populista culero!...". Eran las 3:30 de la tarde.

Sábado por la tarde. "El Mataviejitos" se hubiera dado un festín. Divido por rejas, frente al templete donde López Obrador sería el protagonista, se asignaron diferentes segmentos divididos por rejas, donde a las personas de la tercera edad se les acomodó en primera fila. Una viejita de 80 años platicaba cándida y sin el menor dejo de reproche que estaba ahí desde las once de la mañana. Seguramente sin comer y soportando los cansadas piernas, pero eso sí, con la fotografía del "Peje" sostenida por un brazo que intentaba mantenerse en alto pero que apenas alcanzaba sostenerse tras las largas horas de espera, mientras la mirada de la anciana también se perdía en un futuro de pocos años pero esperanzador, cifrado en un candidato que les habla bonito y les da bonos de despensa. Otro viejo agitaba una piñatita de un gallo colorado, de "el gallito feliz" como el personaje heroico y dotado que salvará a los desprotegidos: "Todo el pueblo está con él", expresaría un anciano gustoso como niño en un día de fiesta. Otro par de viejitos se peleaba por estar en un lugar hasta enfrente.

Mientras en las mesas de registro, los que se acercaban eran los más jóvenes, los sin futuro. Alguno pedía una beca y le respondían reconfortantemente: "Todo eso se va a ver; porque muchos que necesitan una beca no la tienen, y muchos que sí la tienen no la necesitan".

Y en las pantallas gigantes colacadas a cada lado del templete, seguían proyectando una y otra vez un video que recopilaba los principales discursos de López Obrador en sus recorridos de precampaña.

Casi una hora después de la hora programada, el estrado empezó a llenarse de la plana mayor del PRD y demás allegados: Leonel Cota Montaño, Amalia García, Alejandro Encinas (jefe del Gobierno del D.F.), Porfirio Muñoz Ledo, Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, recién electo candidato y al que la gente empezó a ovacionar en cuanto lo identificó.

!Por fin!, a las 5:15 de la tarde se anunció el arribo de Andrés Manuel López Obrador; y la ovación de un Zócalo casi lleno fue unánime. El tabasqueño transitó como en pasarela, posando y hasta firmando autógrafos; subió al templete y caminó de extremo a extremo para que nadie se quedara sin mirarlo; escuchó las primeras palabras del dirigente Cota Montaño mientras balanceaba nerviosamente sus piernas; y al primer estruendo de las luces frente a él dio un brinquito de susto; para después regodearse y esbozar una sonrisa de iluminado frente a las luces artificiales que explotaban en su honor y gritar con una voz enérgica y hasta descarnada un "!sí protesto!" al tomar oficialmente la candidatura.

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